Preparáte y ve donde quiera que te envie el Señor


























Son los misioneros, enviados con la tarea específica de anunciar a Jesucristo a aquellos que aún no lo conocen, fundar la iglesia donde todavía no existe y proclamar a todos que el Reino de Dios ya está en medio de nosotros.

Sin embargo, hoy constatamos con tristeza que las cosas no van bien. Es más:van mal. El balance es desepcionante. "Vallan por todo el mundo, prediquen el evangelio a todos, bauticen", son palabras que suenan a mandato, orden de trabajo. ¿Por qué después de casi dos mil años sólo se ha anunciado a la cuarta parte de la humanidad? ¿Por qué quedan tres cuartas partes de la humanidad sin conocer a Jesucristo? De continuar a ese ritmo, en la mejor de las hipótesis necesitamos 6.000 años más para evangelizar al resto de la humanidad. Sin tomar en cuenta que las estadísticas actuales indican que no mantenemos el ritmo, que la evangelización procede más lentamente que el aumento de la población, que los misioneros en vez de aumentar, disminuyen.

Somos todos misioneros. Es una afirmación muy bonita, pero muy poco tomada en serio. Nadie que crea en Cristo puede lavarse las manos en este compromiso. No hay descanso mientras quede un solo hombre sin saber que Cristo ha venido a salvarlo, a salvar a todos.

La vocación misionera es esencialmente un llamado de Dios hace a quien quiere, para un servicio especial a los mas pobres y marginados espiritualmente para llevarles el amor de Cristo. Es "un santo desespero" por que Cristo sea conocido y amado. El misionero ha comprendido que nadie es más pobre que quien no conoce a Jesucristo. Va, habla, actúa, inventa, se deshace. Da la vida para que todos lleguen pronto al conocimiento de la verdad y tengan vida eterna. Nada ni nadie lo detiene en esta marcha evangelizadora, y cuando ha sembrado la fe y ha logrado construir una comunidad cristiana capaz de vivir por sí misma, lo deja todo y se marcha nuevamente. Otros hermanos más pobres lo esperan. No puede detenerse a cultivar: él es un sembrador. Al detenerse traicionaría su vocación misionera.